20.13 Gone Maggie Gone

Es tiempo de volver a querer a Los Simpsons.


En relación a Los Simpsons, la mayoría de la gente que conozco se divide en dos grupos: aquellos que dejaron de seguirlos hace años y que cada vez que se topan con uno reciente hacen cara de asco, y aquellos que mantienen una devoción inquebrantable como complemento a su afición por el anime y la ciencia ficción. Realmente son pocas las personas que perciben a Los Simpsons como una serie cualquiera, como Law and Order o 2 and a half men. Si acaso, existe más bien una incredulidad de que se haya mantenido por tanto tiempo, y existe un sobreentendido de que ya sólo es cuestión de tiempo.

La reciente presentación del formato en pantalla ancha quizá picó la curiosidad de parte de la audencia perdida, pero el episodio en cuestión (el insulso Take my life, please) se encargó de dispersarlos de nueva cuenta. No había garantía de que una actualización visual impactaría en la calidad de las historias, pero al menos para una ocasión tan especial como el cambio de entrada yo sí esperaba un mayor esfuerzo por parte de los escritores.



Algo curioso ha ocurrido, sin embargo, pero me ha tomado un poco de tiempo reconocerlo: algunos de los episodios de las últimas semanas han sido más que competentes. En especial 20.11 How the test was won y 20.13 Gone Maggie Gone. He descubierto que ambos episodios cumplen con el único requerimiento que por años he pedido de un episodio de Los Simpsons: que la historia principal comience casi desde el principio.

Esa solía ser una marca de los antiguos episodios de Los Simpsons, que también se encuentra presente en la mayoría de los episodios clásicos. En un afán de tratar de meter la mayor cantidad de bromas dispares, en los últimos años la estructura de los episodios se ha deformado tanto que lo que anteriormente era la viñeta de introducción a menudo duraba tanto como la historia principal, sin contar la inclusión de mini-historias paralelas. El resultado final era una experiencia efímera y vacía, un vehículo para una colección de gags pero sin el peso dramático de antaño.


Gone Maggie Gone, en un primer vistazo, es un maravilloso experimento. Para el minuto 3 la historia de introducción (un eclipse solar que quema las retinas de Marge) ha tomado su curso y comienza la historia de cómo Homero pierde a Maggie en un convento, permitiendo que el misterio Dan Brown-esco con tintes de National Treasure se desarrolle con tranquilidad. La diferencia es notable: existe una sensación de espacio, de que la historia puede respirar, ya que personajes tratando de resolver acertijos es una de las propuestas narrativas que consumen más tiempo. El detalle de permitir a la audiencia el tratar de resolver los acertijos durante los comerciales también me pareció un toque amable, como si ya hubieran madurado más allá de jugar con la cuarta pared ("...or you?" de Who shot Mr. Burns?) y hubieran decidido finalmente atravesarla de manera juguetona.

Corre el rumor de que muchos escritores del show han comentado que Los Simpsons se había convertido de un tiempo a acá en una colección de chistes porque no había manera de que sobreviviera en su formato inicial. No se si sea una referencia a que su competencia líder sea Family Guy, cuyo énfasis está en las parodias y referencias, mientras que la historia es lo menos importante. Puede que tengan razón, porque para mi desencanto, Gone Maggie Gone ha sido el segundo episodio menos visto de toda la serie (después de Lisa the Drama Queen, que está lejos de ser el peor episodio de Los Simpsons).



Quisiera poder mencionar ejemplos de series animadas en las que el énfasis de las historias las ha llevado al éxito, pero es difícil: King of the Hill ha sido cancelada, South Park es difícil medirla porque es TV de paga... y con Futurama es cada vez más difícil recordar las historias centrales de sus películas. Aunque el resto de los episodios de esta temporada de Los Simpsons ya han sido escritos y producidos, dudo mucho que mantengan este tipo de calidad. Sin embargo, casos como Gone Maggie Gone, apreciados por la crítica pero ignorados por el público, dictarán lo que suceda en la temporada 21. Eso es muy preocupante.


Para nosotros, que disfrutamos diligentemente de Los Simpsons sabiendo que no todos son ganadores pero que aún cuentan con esa chispa que brilla de vez en cuando, es un placer encontrarse con gemas como éstas. Desafortunadamente, parecen ser cada vez más un fruto prohibido cuya existencia se castiga con pobres resultados.